¿Se te hace normal sentir dolor de vez en cuando en rodillas, manos, cadera o alguna otra articulación? O ¿alguna vez lo has sentido?
Con el paso del tiempo es normal empezar a sentir rigidez en partes del cuerpo que antes se movían con facilidad. En especial si se lleva una vida mayormente sedentaria.
¿Has notado rigidez por las mañanas que se alivia con el paso del tiempo?
Estos pueden ser los primeros signos de un problema que afecta a millones de personas en el mundo: la osteoartritis.
La osteoartritis es una enfermedad degenerativa que afecta principalmente a las articulaciones. Reconocer los síntomas a tiempo puede marcar la diferencia en la calidad de vida y en el éxito del tratamiento para la osteoartritis. Llegaremos a eso.
Primero, ¿qué es la osteoartritis?
La osteoartritis se produce cuando el cartílago que recubre las superficies articulares de los huesos se desgasta de forma progresiva.
Este cartílago es esencial para el buen funcionamiento de las articulaciones, ya que permite un movimiento suave y sin fricción entre los huesos. Cuando comienza a deteriorarse, los huesos rozan entre sí, causando dolor, rigidez e incluso, pérdida de movilidad.
Aunque no afecta a los órganos internos, el impacto de la osteoartritis en la vida diaria puede ser significativo. Las actividades comunes como caminar, subir escaleras, cocinar o incluso dormir pueden volverse complicadas y dolorosas.
Signos tempranos: ¿Cómo saber si es osteoartritis?
Identificar los síntomas iniciales de la osteoartritis es la clave para actuar a tiempo y conseguir un tratamiento efectivo. A continuación, te compartimos algunas señales de alerta que podrían indicar el inicio de esta enfermedad:
- Dolor articular: Aparece al mover la articulación y suele empeorar con la actividad. Al principio, el dolor puede ser intermitente, pero con el tiempo se vuelve más constante.
- Rigidez matutina: Es común sentir rigidez en las articulaciones al despertar o después de un periodo de inactividad, aunque generalmente mejora con el movimiento.
- Sensación de crujido o fricción: Algunas personas notan un “clic” o ruido al mover la articulación, lo que puede deberse al desgaste del cartílago.
- Inflamación leve: En ciertas etapas tempranas, puede haber inflamación o sensación de hinchazón en la articulación afectada.
- Pérdida de flexibilidad: A medida que la enfermedad progresa, la movilidad de la articulación se ve limitada, dificultando actividades como agacharse o levantar objetos.
Factores de riesgo
Es importante saber que, aunque cualquiera puede desarrollar osteoartritis, existen factores que aumentan la probabilidad de padecerla:
- Edad avanzada: El envejecimiento es una causa natural del desgaste articular.
- Lesiones previas: Golpes o daños en las articulaciones pueden acelerar el proceso degenerativo.
- Sobrepeso u obesidad: El exceso de peso ejerce una presión adicional sobre las articulaciones, especialmente en rodillas y caderas.
- Actividad física intensa o repetitiva: Deportes de alto impacto o trabajos que implican movimientos repetitivos pueden acelerar el desgaste articular.
- Genética: Algunas personas pueden tener predisposición hereditaria a sufrir problemas en el cartílago.
¿Qué hacer si tengo estos síntomas?
Lo más importante ante la sospecha de osteoartritis es acudir con un especialista. El diagnóstico se basa en una revisión médica completa que incluye la evaluación de síntomas, examen físico, radiografías y, en algunos casos, estudios del líquido sinovial.
Un diagnóstico oportuno permite iniciar un tratamiento adecuado que ayude a ralentizar el avance de la enfermedad, reducir el dolor y mejorar la calidad de vida del paciente.
¿Cómo se trata la osteoartritis?
El tratamiento para la osteoartritis no es único para todos. Se diseña de forma personalizada, con base en el estado de salud y las necesidades del paciente. Algunos de los pilares más comunes incluyen:
- Medicamentos para el control del dolor e inflamación.
- Fisioterapia y ejercicios adaptados para fortalecer los músculos que rodean las articulaciones.
- Control del peso corporal mediante una alimentación balanceada.
- Adopción de un estilo de vida saludable, con descanso, movilidad adecuada y sin exceso de esfuerzo físico.
- Cirugías, en casos donde el tratamiento conservador no ofrece los resultados esperados.
Además, en clínicas especializadas como HYRS existen profesionales que brindan apoyo emocional y educativo para que los pacientes enfrenten su diagnóstico, comprendan su condición y encuentren motivación para mantenerse activos y positivos.
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Recuerda que el dolor no es normal, el movimiento es vida.